Por suerte, la biología del suelo se tiene más en cuenta en la agricultura. Aunque queda mucho por conocer, la ciencia ha demostrado que la microbiología del suelo, y en especial la de la raíz (o endosfera), es esencial para las plantas. El microbioma de la raíz influye en la salud y desarrollo vegetal, y el régimen de fertilidad modula dicha red microbiana, así como su interacción con el suelo y la propia planta. El abonado mineral (nitratos, amonio, etc.) afecta en gran medida a la microbiología del suelo, del mismo modo que lo hace el orgánico (compost, estiércoles, etc.). Ambos sistemas de nutrición tienen pros y contras, y la opción más inteligente para optimizar la fertilización agrícola desde un punto de vista ambiental y económico es combinarlas.
Se acaba de demostrar que cuando se aplica de forma conjunta estiércol y un abono NPK en cultivos de maíz (en campo) o de berenjena (en invernadero), la red microbiana asociada a la raíz es más fuerte y resiliente, en comparación con el abonado individual. Se ha comprobado que el aporte de materia orgánica, el nitrógeno, e incluso el pH, son factores decisivos en este comportamiento. Además de mejorar las propiedades biológicas y químicas del suelo, también mejora las agronómicas, por lo que tenemos un doble beneficio: el ambiental y el productivo.
La fuente:
- Luhua Yang, Renhua Sun, Jungai Li, Limei Zhai, Huiling Cui, Bingqian Fan, Hongyuan Wang, Hongbin Liu (2023). Combined organic-inorganic fertilization builds higher stability of soil and root microbial networks than exclusive mineral or organic fertilization. Soil Ecology Letter, 5(2): 220142. DOI: https://doi.org/10.1007/s42832-022-0142-6.
